Empiezo mañana…

Está claro que el problema de la jubilación y la viabilidad de las pensiones no parece preocupar demasiado en España. Sí, has entendido bien. No parece preocupar demasiado.

El interés más manifiesto parece tenerlo, para variar, la clase política, empeñada en transmitirnos que el sistema es viable, y que la viabilidad está garantizada. Y, sí, efectivamente, no lo pongo en duda. (Otra vez has entendido bien. No lo pongo en duda).

Y ahora, voy a tratar de justificar todo esto. En este caso, voy a tirar de una herramienta que no sé si conoces: Google Trends.

Google Trends es una herramienta que permite representar de forma gráfica con cuánta frecuencia se realiza una búsqueda de un término particular, permitiendo filtrar los resultados.

Así, hoy mismo he utilizado esta herramienta para buscar el interés por el término “pensiones” en los últimos doce meses.

Y este es el resultado:

La leyenda para la interpretación de los datos nos la proporciona Google.

Sí parece que hay un poco de interés creciente por la “jubilación”…

Entonces, hacemos el ejercicio de ver lo que realmente interesa a los españoles…

Y, sí, las comparaciones son odiosas…

(ironic mode on) Me consuela enormemente ver como poco a poco se pierde el interés en “pokemón”… (ironic mode off)

En fin. Reconozco que es un ejercicio de andar por casa… pero si he conseguido robarte una sonrisa (y pensar un poco), me doy por satisfecho.

Lo que sí subyace a todo este “estudio barato” es la realidad fácilmente constatable de que una gran parte de la población no se plantea nada ante el hecho de su jubilación. Y si fuera posible obtener algún dato del nº de personas que realmente pasan a la acción y hacen “algo”… es probable que la gráfica muestre una realidad espeluznante.

Si no es tu caso. Enhorabuena.

Pero si lo es… puede ser que la idea de hacer algo lleve rondándote la cabeza desde hace algún tiempo. Meses quizá. Tal vez años.

Y como hoy estoy de “saldos”, voy con otro ejercicio barato. Éste con la intención de darte ese empujoncito que haga pensar que has estado perdiendo el tiempo y que “ahora mismo” es el mejor momento para pasar a la acción.

Desde aquí siempre se ha predicado que no es necesario mucho dinero para eso, para pasar a la acción. Puede ser suficiente con destinar a otro fin el valor de una noche de tapeo… y así esos 50 €uros al mes (€uritos o €urazos, según el poder adquisitivo de cada uno) combinados con el tiempo y el interés pueden conseguir un resultado interesante.

Antes de mostrarte el resultado, seré igual de maquiavélico que los banqueros y te realizaré una observación (no me malinterpretes, que mi único objetivo es sacarte de tu zona de confort): al igual que pasa con la “amortización francesa”, que cobra en las primera cuotas los intereses finales, plantéate que cada año que no estés aportando ahora, dejará de aportarte a ti al final del periodo.

Para el ejemplo he usado unos datos sencillos y creo que no son descabellados: un aporte anual de 50€ por cada paga (14) de un trabajador por cuenta ajena. Tiempo. Mucho tiempo. Y un tipo de interés por debajo de la media histórica de los retornos del mercado de renta variable.

Y ahora sí. El resultado. Mira la última celda de interés generado. Esos son, ni más ni menos, que los 700 €uros que decidiste no poner hoy… porque ya empezarás el año que viene…

Y finalizo esta entrada, saldando mi deuda: queda pendiente explicar que el sistema publico de pensiones es viable. No te preocupes. Lo será. Y cobrarás tu pensión.

Lo que no tengo yo tan claro es el poder adquisitivo de la cantidad que vaya a percibir… Y curiosamente nadie en la clase política parece realizarse esta pregunta, en pro de la afirmación mayor: «El sistema está garantizado». Y lo estará… pero luego no me venga a protestar si no le da ni para pipas (que si se expresa en los términos de …»por debajo del umbral de la pobreza»… pues no tiene tanta gracia…).

Ese maravilloso “mecanismo”.

De un tiempo a esta parte, hay una tendencia que apunta al modelo educativo del futuro. Es evidente la irrupción de la tecnología en absolutamente todos los ámbitos, no sólo laborales, sino económicos y sociales. Pero no es esta la tendencia que a la que quiero apuntar yo, sino la necesidad de una formación continua a la que obliga el trepidante avance de dicha tecnología.

Formación continua. Los términos lo identifican perfectamente. En lenguaje llano… un no parar. Y así es. Un no parar. Hemos pasado de un esquema en el que el conocimiento lo era todo… a otro en el que disponemos de un conocimiento casi de “usar y tirar”. Conocimiento inmediato, a golpe de tecla, que se puede llevar a la práctica inmediatamente.

   – Me he visto un tutorial en Internet y me he arreglado el lavaplatos…

Para venirse arriba, ¡oiga!

Y, efectivamente, lo es. A golpe e tecla, cada uno puede convertirse en un experto en pocos minutos. Solucionar un problema, apaga y vámonos. Tema resuelto. Si encima hay interés por la materia… y se comparte, rápidamente podemos pasar de ser consumidores de información a “generadores” de la misma. Y entonces serán otros los que soluciones sus problemas con el fruto de nuestra materia gris.

Pero en este mundo conviene separar “churras de merinas”. Disponer de un conocimiento teóricamente ilimitado y de acceso inmediato no suple una base necesaria de la que se ha hablado por aquí en muchas ocasiones: las relaciones interpersonales. Sobre este ámbito es algo más complicado. No digo que imposible, pero sí, más complicado. Hasta el momento, cada persona es un mundo, y aunque podamos leer, tratar de aprender, y ejercitar este tipo de habilidades… lo siento, hay un factor -llamémosle- innato con el que hay que contar. El que tiene, tiene, y el que no… pues lo tiene más difícil. No es lo mismo aprender a vencer la timidez.. que directamente no ser tímido. O tener don de gentes. O ser gracioso. O ser… inteligente.

Se es. O no se es. Así de sencillo y así de duro.

Si se tiene o se es, estupendo. ¡Enhorabuena!.

Pero si no se tiene o no se es… en la carencia, es donde está la oportunidad de mejora. Y ser consciente de esta carencia es el mejor paso que se puede dar. Entramos en un terreno donde el principal responsable es nuestro cerebro. El cerebro humano. A día de hoy, el mecanismo conocido más complejo que ha existido y existe. (No me aventuro a decir «existirá»…)

Y como “mecanismo” (sé que el nombre no define la maravilla que es, pero ruego me disculpéis la licencia de llamarlo así, con fines únicamente ilustrativos), conocer su funcionamiento puede aportarnos bastante.

Desafortunadamente no viene con libro de instrucciones, porque cada uno es cada uno, y esa máquina nos viene “de serie”. Cada uno con la suya. “Customizada” para nosotros. Y sobre este complejo asunto me vienen a la cabeza dos referencias: la primera, contenida en la “Trilogía de Auschwitz”, de Primo Levi, que en su magnífico (aunque estremecedor) relato perfila hombres de muy poca inteligencia… pero con una capacidad asombrosa para adaptarse al horripilante entorno del campo de concentración (¿?).

Y la segunda, uno de mis libros de cabecera: “Pensar rápido, pensar despacio”, de Daniel Kahneman, un texto que nos da a conocer en profundidad, pero de una manera asombrosamente comprensible y amena, el funcionamiento de tan maravilloso “mecanismo”, tratando temas tan relevantes como las percepciones, los sesgos cognitivos, las perspectivas e incluso la felicidad. Es, en resumen, un libro, si no capaz de elevar esa inteligencia que nos viene de serie, muy efectivo a la hora de hacernos conscientes de nuestras limitaciones… pero también de como racionalizarlas, ponerlas jugar a nuestro favor y, por ejemplo, ayudarnos a tomar decisiones en entornos de alta incertidumbre.

Dos referencia para la búsqueda de la (f)independencia: adaptación al entorno y auto conocimiento…¡casi nada!

Una notable diferencia.

(“Una notable diferencia” es un artículo escrito por Ernesto Bettschen).


En aras de tener un poco más de conciencia del entorno, ayer decidí darme un paseo por la red y tomar el pulso a nuestra filosofía de inversión. Disculpadme por decir “nuestra”, generalizando en ese término todas las iniciativas que he encontrado, que no son pocas y no son homogéneas, pero que comparten una base de diversificación (tanto de activos como temporal), de esfuerzo inversor prolongado en el tiempo, de contención del gasto y de continuar… resistiendo contra viento y marea… Últimamente se nos conoce como buscadores de “Independencia financiera”.

La verdad es que una búsqueda bien dirigida podría llevarnos a la conclusión de que somos legión… pero la verdad es que no. Que al final los que llevamos el paso cambiado somos una pequeña minoría.

Pero la realidad es que no somos conscientes de que utilizamos una terminología, que si bien para nosotros es común, resulta ajena a aquellos que no se hayan preocupado de agarrar el toro por los cuernos, preocuparse de informarse, llegar a tener un plan… y ejecutarlo.

Al final, creo que los que estamos empeñados en cambiar el paso no somos tantos…

No somos tantos, pero tenemos una ventaja que nos hace poderosos en nuestro empeño. Una notable diferencia con respecto a la gestión financiera… llamémosla… “tradicional”.

Y esa diferencia es la siguiente: ESTAMOS CONVENCIDOS DE LO QUE HACEMOS.

   – ¿Perdón? (mi no entender).

Trataré de explicarme con un ejemplo: en esa minoría que camina con el paso cambiado, el que menos convencido está de todo esto está metido hasta las cejas. No entro a valorar si tiene claro el final de su estrategia, si llegará finalmente a esa meta que se ha propuesto, pero lo ha puesto en práctica y está en ello. Basta con leer un poco para darse cuenta de que existe un convencimiento absoluto de la robustez de todos y cada uno de los sistemas. Todos son conscientes de las fluctuaciones a corto plazo el mercado. Y todos son conscientes de la bondad del largo plazo. Nadie se cuestiona la viabilidad. La única duda que subyace es… si el tiempo que queda por delante me permitirá llegar a la meta. Esa menta en la que un ingreso pasivo alegra nuestra existencia… (o visto como está el patio, es lo que permite que no nos muramos del asco).

Un notable diferencia. ESTAMOS CONVENCIDOS DE LO QUE HACEMOS.

Ahora, prueba a acudir a tu entidad financiera “tradicional” y encuentra alguien que te realice afirmaciones con la misma rotundidad. Que te proponga un algo con un final feliz, diversificado… sostenible en el tiempo… y sin letra pequeña. Misión imposible.

Y sin embargo, aquí estamos nosotros. Con el paso cambiado. Reafirmándonos a cada aportación a nuestro sistema. O nos equivocamos nosotros (que como digo, somos cuatro gatos), o se equivoca el resto del mundo.

Y entonces nos viene a la mente una frase que en otras ocasiones ya se ha escrito por aquí: “si haces lo mismo que todo el mundo… obtendrás los mismos resultados que todo el mundo”. Y miramos a nuestro alrededor… y va a ser que sí, que tal vez merezca la pena el ¿riesgo? de cambiar el paso.

Con la notable diferencia de que ESTAMOS CONVENCIDOS DE LO QUE HACEMOS.

Y para tratar de transmitiros la importancia y lo poderoso de esta afirmación, tomaré un ejemplo extraído del libro “The Millionaire Fastlane” de M.J. DeMarco, extrapolando el ejemplo de acudir a nuestra entidad financiera “tradicional” al mundo de la salud…

Entonces, sería como acudir con una grave enfermedad a un cirujano que nos dijera…

   – Creo que podría operarte… y trataré de tener éxito…

Pues va a ser que me voy a otro lado.

Ernesto Bettschen. Febrero 2017.