Hacer algo… y empezar cuanto antes.

“Tengo que hacer algo”. ¿Cuánto tiempo llevas pensando esto? Te has dado cuenta de que efectivamente tienes que hacer algo, porque sistemáticamente te gastas todo el dinero que ganas. Has pensado en un plan de pensiones, pero el desconocimiento, lo poco que te gusta el tema y la falta de una decisión para dar el paso te producen un inmovilismo absoluto.

Y los días pasan.

Y con los días, los años.

Y todo sigue igual. Lo sabes. Cada vez que has conseguido ahorrar un poco, ha surgido un imprevisto. O un capricho. O un planazo en un sitio lejano al que no se podía dejar de asistir…

Cada vez, vuelta a empezar. Y cada vez te sientes más incómodo. “Tengo que hacer algo”.

Si te hubiesen contado en algún momento cómo funciona realmente el dinero, estarías lejos de preocuparte. Ahora, tal vez sea un poco tarde, pero voy a ponerte en contexto con el único objetivo de que según termines de leer este artículo te levantes y pases a la acción.

Por experiencia propia sabes que el ahorro sólo no vale. La tentación siempre es más fuerte. Y el dinero ahorrado, pero accesible, simplemente se vá.

Llega el momento de actuar contra esto, y verá que tu vida no cambiará drásticamente después de esto.

Voy a proponerte dos alternativas (de peor a mejor), muy sencillas, pero efectivas. Y cuando las lleves a la práctica, te tirarás de los pelos por un solo motivo: no haber empezado antes.

  • Contratar un plan de pensiones privado: no soy muy amigo de estos productos, pero si no tienes nada de nada, es hora de realizar algún cambio para por lo menos poder decir “alg es algo”. No te cases con cualquier plan de pensiones. El objetivo es llegar a una edad determinada para rescatarlo y optar por tener algo de dignidad. (Tú te equivocas, yo me equivoco). Con este objetivo, calcula el año aproximado de tu jubilación, y contrata un plan que tenga como objetivo ese año. Sí, como suena. Pídelo así en tu entidad bancaria o aseguradora. “Quiero un plan de pensiones con objetivo de jubilación 2045 (año de tu jubilación)”. Y así, una vez tengas contratado el plan, realizar aportaciones periódicas el día inmediatamente posterior al cobro de tus haberes. La cantidad, pues es obvio que cuanto más, mejor, pero para sentirte cómodo con todo esto, empieza con una cantidad que no te suponga un trauma. Te propongo sacrificar el valor de una noche de tapeo… Qué, no te quepa la menor duda, recuperarás en el futuro.

Y no te dejes engañar por la fiscalidad y todo el bla, bla, bla de los planes de pensiones. Cada duro que te desgraves (argumento comercial con el que intentarán embaucarte) tendrás que pagarlo cuando vayas a disponer de tu dinero. Así de claro. No es una desgravación. Es simplemente un diferimiento. Lo que no pagas en tu declaración de la renta anual, lo pagarás después. Se puede decir más alto, pero no más claro.

Así que ya sabes. Mejor que no tener nada, por lo menos, tener un plan de pensiones.

  • Misma visión, otro producto: fondos de inversión. Tampoco te cases con cualquiera. El enfoque es exactamente el mismo: existen fondos de inversión con un año objetivo. Y así debes solicitarlo en tu entidad bancaria. “Quiero un fondo de inversión con objetivo de disponer del capital en 2045 (año de tú jubilación)”. Y luego, exactamente igual, realizar aportaciones periódicas el día inmediatamente posterior al cobro de tus haberes. La cantidad, pues es obvio que cuanto más, mejor, pero para sentirte cómodo empieza con una cantidad que no te suponga un trauma. Te propongo sacrificar el valor de una noche de tapeo… Que, no te quepa la menor duda, recuperarás en el futuro.

Ya está. Así de sencillo. De inclinarme por alguna, lo haría por la segunda. Porque los fondos de inversión son algo más flexibles, permiten rescatar el dinero en más escenarios que los planes, y tienen más versatilidad de cara al futuro. Pero si te conoces, y eres de los que no van a ser capaces de mantener la constancia… un plan de pensiones te dejará el dinero lo suficientemente atrapado como para que no tenga otro destino que no sea el de mejorar un poco tu jubilación.

Cuando te sientas cómodo con tu plan o fondo, verás cómo eres tú el que decide incrementar la aportación.

Como verás, en ninguno de estos escenarios tendrás que conocer nada sobre valores, cotizaciones, etc., etc., etc. Eso tiene un precio en forma de comisiones, pero interprétalo como el precio que pagas por despreocuparte de todo menos de realizar la aportación periódica. Está claro que hay otros métodos, tal vez mejores, tal vez peores, pero si no quieres complicarte, siempre será mejor optar por uno que no hacer nada y seguir con el “Tengo que hacer algo”.

Aplica uno de estos dos métodos, y dentro de un par de años no dejes de pasarte por aquí a contarme cómo te ha ido. Y, ya lo verás, sé lo que me vas a contar: te tirarás de los pelos por un solo motivo: no haber empezado antes… porque, ¿a qué realmente te hace sentir un poco más (f)independiente?

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