Las cuentas claras y el chocolate espeso.

   Un comienzo para darte cuenta de por qué no consigues hacer despegar tu situación financiera es ser consciente de que ganas mucho menos de lo que te crees. No te culpo. Hay un interés general en que no seas consciente de ello.

 Precisamente, ser consciente de esto te va a permitir reaccionar ante ello.

   Si has vagabundeado por este blog, en una de esas te has topado con el ejemplo de la nómina de Juan. Tal vez te parezca una exageración, pero es tan real como aterrador.

   Por si no lo conocías, este ejemplo de Juan es el máximo exponente de los Intereses Ocultos sobre los que hemos hablado en alguna ocasión. Supongo que te estarás preguntando porque en tu nómina no aparece todo ese desglose, incluyendo lo que tu empleador paga por ti al estado. Vaya. Yo también me lo pregunto.

   – ¿Y tu?, ¿sabes realmente cuánto ganas?

   Antes de responder, incluso conociendo el ejemplo de la nómina de Juan, voy a hacer un pequeño ejercicio con sus números.

   Pues comencemos: Juan. Netos, antes de cualquier gasto percibe 1227, 84€ (si has visto el video, esto es lo que le queda a un “dosmileurista” después de pasar por la “muela” del estado. El cálculo corresponde a los 2000€ brutos – 511,35€ de Seguridad Social – 166,28€ de retención del IRPF – 69,97€ de Contingencias Comunes – 24,56€ de Formación y desempleo).

   Pero a los números de Juan todavía les faltan algunas matizaciones que nadie calcula: el coste de ir a trabajar, que puede variar bastante, pero sobre el que pongo un ejemplo bastante común.

   Dos trajes al año (por eso de tener uno de repuesto mientras el otro va al tinte). A 100€ por traje (y ya nos cuesta dar con esta oferta), suman 200€.

   Dos pares de zapatos al año (a 40€/par, y de nuevo ya va siendo complicado dar con la oferta), suman 80€.

   Transporte público (un abono o equivalente, redondeado a 50€/mes), al año laboral, 11 meses, contando con que tienes un mes de vacaciones, 550€.

   Y pongo transporte público para que no te eches a llorar, porque si tu opción es tu coche particular, una cuenta bien echada pasaría por calcular la parte proporcional destinada a llevarte al trabajo de impuestos, seguro, mantenimiento, y si me apuras, del coste del vehículo.

   Y si te tomas un café por la mañana, a un eurito, sumaremos 20€ al mes, totalizando 220€ por 11 meses. (Espero que no dejes de tomar café después de leer esto… no te vuelvas un tacaño. Es un gran estimulante y… por algo es la segunda materia prima, después del petróleo, más negociada del mundo).

   En resumen, un cálculo rápido, contabiliza que el simple hecho de ir a trabajar todos los días te cuesta 1050 €urazos. Si lo dividimos entre los 11 meses que trabajas, sale a otros 95,45 €uros a restarle a tu neto.

   Pobre Juan, a sus 1227,85 hay que restarle otros 95,45 €. Al final, neto, antes de meterse en gastos, y descontando este, llamémosle, “coste operativo” (lo que te cuesta ir a trabajar), le quedan 1132,4 € al mes.

   Si me lo llevo con un burdo –pero ya verás que ilustrativo- cálculo, a un mes de 4 semanas, Juan gana 283€ a la semana. Y si la semana es de 40 horas, a Juan la hora le reporta 7,07 €.

   Espeluznante. Puede que Juan no sea el primero que para poder ir al trabajo pague a alguien que te arregle la casa… a 9 o 10 €uros la hora… pagando esas horas, sin haberse pardo a pensarlo (y en muchos casos sin alternativa), a más dinero del que gana en el mismo periodo de tiempo.

   A lo que voy. Las cuentas claras y el chocolate espeso. De este cálculo barato que he dejado caer por aquí, matizable y criticable de mil maneras, y desde mil puntos de vista, lo que tiene que quedar bien claro, es el detalle al que hay que entrar para tener las cuentas claras. Y con mayor o menor acierto, pensar y hacer las cuentas. Por lo menos eso, pensar en ese “coste operativo” que casi toda actividad tiene asociada.

   Esto vale tanto para lo que uno gana, como para comprarse un coche nuevo, como para elegir entre hipotecarse o alquilar… El “yo me compro un piso, porque el alquiler me saldría igual”, ha sido una frase muy oída durante muchos años… y muy pocas veces cierta si se echan bien las cuentas. Una casa en propiedad soporta IBI, averías, comunidad, derramas, seguro… Un alquiler, una cuota única más gastos (luz, agua, gas, teléfono). Pero si se rompe la caldera, para el inquilino el coste seguirá siendo el mismo, mientras el propietario se rasca el bolsillo.

   Las cuentas, claras. Porque el que madruga todos los días para trabajar, eres tú. Y estoy seguro de que tener las cuentas claras te acerca un poco más a la (f)independencia.

5 opiniones en “Las cuentas claras y el chocolate espeso.”

  1. Gran aporte Findependencia!

    Poner las cosas negro sobre blanco y respaldada por números siempre ayuda para hacernos una mejor idea de por qué ganamos tan poco.

    Hay que luchar por ser cada vez menos esclavos del Estado.

    Un abrazo y encantado de descubrir tu blog.

    1. Hola Dividendo Rentable,

      Acabo de darme un paseo por tu blog. Muy interesante. Buen enfoque. ¡Buen trabajo!
      La experiencia me dice que es imposible dejar de ser esclavo del Estado. Es más, verás que a medida que crece tu cartera… más esclavo eres. Otra cosa, es que puedas vivir mejor, que también lo comprobarás. Pero ya verás que, como siempre, el Estado se lleva lo suyo… (o mejor dicho, ¡lo tuyo!).
      Y cuanto más (f)independiente eres… más pasas por caja. La gente como tú y como yo, no terminamos de gustar a los estados… Es lo que hay.

      1. Hola Fansworth,

        me inquieta la frase «La experiencia me dice que es imposible dejar de ser esclavo del Estado. Es más, verás que a medida que crece tu cartera… más esclavo eres.». Según tu definición de rico, yo también lo soy. Y, tenía la idea de que cuanto más rico, más posibilidades/opciones se tienen hacer «ingeniería fiscal» legal y conseguir ser menos esclavo en tanto por ciento del Estado.

        Espero la entrada en la que expliques algo de tu experiencia al respecto.

        Muchas gracias y saludos.

        1. Hola IF Roberto Carlos,

          Gracias por tu comentario. Tal vez no me haya explicado todo lo bien que debería: estoy de acuerdo contigo que la ingeniería fiscal ayuda a minimizar el impacto demoledor que el estado ejerce sobre el beneficio producido por nuestros activos. Pero aun así, el sistema no premia ni ahorro, ni inversión (que en muchos casos es en empresas nacionales), ni nada… Simplemente fiscaliza. Y fiscaliza más al que más ahorra y al que más invierte… por mucha ingeniería fiscal a que se recurra. Tampoco la voracidad recaudadora del Estado tiene en cuenta que muchos inversores lo son por desconfianza en el sistema de pensiones, y tampoco da la posibilidad de desligarse de él… Lo fácil de la inversión es meter el dinero, aportar, comprar acciones, bonos, fondos, etc… Menos fácil es retirarlo del sistema, sobre todo con plusvalías… en las que no se mira el riesgo inicial, o los proyectos a los que fue a parar el dinero, o el empleo que se pudo crear con él… sino únicamente el montante bruto, par darle una buena mordida y dejarlo en un neto muy desmejorado.

          Y si eres empresario, con gente contratada… tampoco mira el ingreso a las arcas del Estado que produce la tributación de los empleados a la hora de exigir que «los que más tienen que paguen más». Pagan los empleados. Y casi más paga el contratador… también sin tener en cuenta nada más. Si crear empleo estuviera realmente bonificado… otro gallo cantaría.
          Y poniendo todo esto en la coctelera, pues nos muestra la realidad de que Papá estado es muy exigente, precisamente, con sus hijos más aplicados…

          Y esto más que una opinión, es una experiencia. En muchos foros hablamos mucho del «Buy&Hold»… pero no hay que perder de vista que en algún momento hay que pasar al «Sell&Live»… previo peaje del Estado, como siempre. («Sell&Live», me lo acabo de inventar, pero ha quedado «pintón», ¿eh?)

          Aprecio mucho tus aportes. Gracias de nuevo.

          1. Hola Fansworth,

            estoy muy de acuerdo con todo lo que comentas. El estado no nos lo pone fácil a los que estamos intentando no depender de él. Pero, es lo contradictorio de este asunto y lo paradójico, prefieren tener a gente dependiente qué a gente independiente, para luego no dar apenas facilidades a los que crean valor y puestos de trabajo. La historia se repite, el «peor papá del mundo» aprieta pero trata de no ahogar a muchos, no vaya a provocar que rueden sus propias cabezas.

            Saludos.

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