Ante todo, mucha calma.

«Ante todo, mucha calma» es una entrada escrita por Ernesto Bettschen.


El momento que vivimos es único. Sin precedentes. Excepcional.

El mundo hiperconectado en el que vivimos me está permitiendo tomar el pulso por varios medios a la comunidad inversora con la que estoy conectado. Y la verdad es que este “análisis” me está resultando bastante interesante.

En los mercados se viven momentos de pánico. Los índices caen como si no existiera un suelo que los vaya a detener. En multitud de conversaciones, de foros, de blogs, escucho o leo mensajes de “llevo perdidos x mil €uros”…

En algunos casos, será verdad. En muchos otros, no tanto…

Pese a reconoceros que yo mismo he caído en esa trampa mental y he utilizado ese mismo lenguaje, la verdad es que todo este escenario que estamos viviendo, aunque con causas de fondo diferentes, ya lo hemos vivido antes.

La última vez que recuerdo un pánico similar fue en el año 2011. Fue cuando se produjo el accidente nuclear de la central de Fukushima, en Japón. Igual que sucede ahora, el mundo estaba en vilo, pendiente de ese acontecimiento… único, sin precedentes, excepcional.

Recuerdo perfectamente un informe que recibía periódicamente, emitido por una entidad bancaria, que reflejaba claramente el sentimiento de mercado: venía a decir que si para una fecha determinada no se había controlado la situación, la recomendación era vender absolutamente todo… algo que sonaba a “sálvese quien pueda”.

Entonces también me trajo recuerdos de otra vez anterior. Otra vez en la que se produjo ese acontecimiento  único, sin  precedentes, excepcional… cuando la quiebra de Lehman Brothers en 2008 oficializaba una crisis que casi iguala a la de las “puntocom” en el 2000…

A lo que voy. Llámese como se llame (coronavirus, subprime, Fukushima puntocom…) esto que pasa hoy, es el día a día de los mercados. Será porque yo llevo en ellos unos cuantos años, y puede ser por eso que me haya acostumbrado (relativamente) a estas situaciones. Como inversor de largo plazo, no asumo ni pérdida ni ganancia. Decir “he perdido”, sin haber vendido nada… simplemente no es verdad. Para perder, hay que vender. Para ganar, también. Y para evitar la tentación de vender o comprar, de nuevo hay que recordar el plan por el que iniciamos nuestra andadura inversora. Ese dinero que nos gastamos (si, si: nos gastamos) en acciones, en fondos. Que no lo vamos a necesitar. Tratando de espaciar las compras en el tiempo, pero con una cadencia constante. Diversificando activos, valores, gestoras, geografías y riesgos…

Sé que es difícil abstraerse del valor económico de la cartera. Pero mi enfoque no puede ser alarmista. Desde que se inició toda esta crisis, ¿Cuántas empresas han anunciado que suspenden el dividendo?. No me cabe duda de que este escenario dejará algún victima por el camino… pero si hemos cumplido con nuestro plan de aportaciones periódicas, diversificación y largo plazo, nos quitamos todo ese ruido de mercado que no deja más que realimentar el pánico.

En los foros y  conversaciones percibo mucho inversor que es la primera vez que se enfrenta a este escenario. Muchos, han optado por el “sálvese quien pueda”, y han deshecho posiciones… materializando las pérdidas. Otros tratan de beneficiarse haciendo movimientos especulativos… que ya veremos cómo terminan, porque el mercado puede permanecer irracional mucho más de lo que nosotros psicológicamente estamos preparados para soportar.

En mi caso, sólo veo oportunidad de seguir construyendo mi cartera. No tengo ni más ni menos que el mismo número de acciones que antes de que comenzara este “nuevo” escenario. Ni más ni menos participaciones de fondos. Cuando el calendario lo marque, compraré. Este tipo de crisis, se producen muy súbitamente, con caídas profundas. Y luego, poco a poco, llega la lenta y larga recuperación, que nos brindará, a los pacientes  inversores de largo plazo, oportunidad de seguir haciendo nuestras compras periódicas (las mismas de siempre) a precios razonables. Y mientras tanto, y ante todo… mucha calma.

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