Yo confieso.

«Yo confieso» es una entrada escrita por Ernesto Bettschen.


Cada vez estoy más convencido de que, en lo relativo a inversiones, lo que hago y cómo lo hago es bueno (al menos) para mí.

   Hoy va a ser el día en que os haga una confesión: no tengo ni idea de finanzas, ni de economía, ni de casi nada de lo relacionado con el mundo del dinero…

   Sí. Confieso ser un completo ignorante en ese pilar fundamental de la (f)independencia… y sin embargo, es un área sobre la que he trabajado y sigo trabajando bastante… y que, a nada que eches un vistazo a lo que escribo por aquí, verás que ocupa muchas páginas.

   Pero no tengo ni idea. Y por eso precisamente, cada vez estoy más convencido de que el modelo de gestión pasiva es el más adecuado para mí. De verdad que me encantaría poder tener interés y tiempo para ponerme a analizar empresas. Pero desafortunadamente, el interés no aparece (o no lo hace con la suficiente intensidad), y el tiempo prefiero destinarlo a otras cosas…

   Para terminar de completar mi ignorancia, confesaré también que, aunque sí que he leído (y sigo leyendo) libros y blogs sobre inversión, en el día a día huyo de la prensa salmón y otras fuentes de noticias económicas de reconocido prestigio… que desde mi punto de vista están muy orientadas al corto plazo, con el que no comulgo. Lo considero y denomino “ruido”… porque me he dado cuenta de que es como un “run run” molesto que lo único que hace es tratar de desviarme de mi plan a largo plazo.

   Durante muchos años he afirmado que “el que más sabe de todo esto no sabe nada”, pero a estas alturas tengo que reconocer que he conocido inversores (que paradójicamente aparecen poco o nada en esa prensa salmón y fuentes de reconocido prestigio) con esa capacidad de leer e interpretar estados financieros con un elevado porcentaje de acierto.

   Yo (vuelvo a confesar) no soy capaz. Y además, creo que cada vez las empresas tienen mayor grado de sofisticación a la hora de elaborar sus balances… que deberían ser cristalinamente claros… pero que desafortunadamente no lo son y en muchos casos todo es fruto de una cuidadísima labor de “maquillaje”. Y yo no soy maquillador… así que desconociendo las artimañas del gremio, en el minuto uno habría quedado fuera de la partida.

Ante esta confesión, podría llegar a concluirse, que mi ignorancia me reporta cierta tranquilidad… ya que, ante cualquier escenario, simplemente tengo que continuar haciendo exactamente lo mismo. Y esto es lo que me permite seguir avanzando en mi plan. Otra manera de hacer, creo que me llevaría a una especie de «parálisis por análisis».

   Así que para mí, al final, un plan a largo plazo, con aportaciones periódicas y constantes a fondos indexados sigue siendo la mejor opción y la que menos tiempo me lleva. De este modo, sin tener ni idea de casi nada, obtengo unos resultados que no serán ni los mejores, ni los peores (pero cuyos resultados en todo tipo de ciclos cada vez me convencen más)… con un coste razonable, sin tener que analizar el momento y beneficiándome de una gran diversificación.

   ¿Qué más puede pedir un ignorante cómo yo?

El título de este post es un tributo a «I confess» (Yo confieso), película de 1953 dirigida por Alfred Hitchcock.