Invertir es más fácil que ahorrar.

Corren tiempos inciertos. No sé si son comparables a otras épocas que yo haya vivido con anterioridad. En los cambios que se han producido en el día a día, seguro que no he vivido nada parecido. En lo económico, pues crisis, sí, ya llevo unas cuantas.

En este escenario, muchas de las personas que han empezado a invertir recientemente, me trasladan su preocupación. Y digo “invertir”, porque muchos de los que no distinguen entre “invertir” y “especular” me consta que han quedado fuera de su propia partida… pero claro quien les iba a decir a ellos que todo esto iba a pasar…

Pero ha pasado. Tal vez a los que invertimos a largo plazo no nos haya cogido por sorpresa porque por otras causas y con otros nombres, ya hemos aprendido a convivir con los movimientos “abruptos” del mercado… esos que precisamente dejan fuera de la partida de un plumazo a los más arriesgados.

Y en ocasiones, en este tipo de situaciones, con el resquemor que produce la pérdida, el espíritu especulador es cuando muestra interés por el espíritu inversor… ¿por qué a los inversores de largo plazo les afectan las crisis de manera diferente? ¿O es que directamente no les afectan? ¿O es que –sería increíble- incluso lleguen a sacar algún tipo de beneficio de toda esta situación?

Pues veamos qué le ha sucedido a nuestra inversora de largo plazo <<Miss Y>>, perteneciente a ese grupo que podría denominarse como el común de los mortales,  que no tiene ni mucho ni poco… y que únicamente trata de poner sentido común a la inversión valiéndose de la constancia.

<<Miss Y>>, empezó con 50 euros al mes en 2011, y en 2016 (fecha en la que yo conté por primera vez su periplo inversor) acumulaba un pequeño patrimonio de 6.708,65€.

Volvimos a contar su travesía en Mayo de 2018, cuando «Miss Y» había puesto de su bolsillo (a golpe de transferencias mensuales cercanas a los 100€ y según cobraba la nómina) 8.945€, y entonces el valor de esos euros invertidos era de 11.164,96€. Y en Septiembre de ese mismo año vimos la gestión de expectativas de su perfil inversor.

Y ¿qué es del patrimonio financiero de <<Miss Y>> en medio de este escenario enrarecido que tenemos. ¿Está también medio hundida o siguen el tiempo y la constancia remando a su favor?

Pues veamos…

Parece que <<Miss Y>> no sólo sigue a flote, sino que mantiene el rumbo en todos los sentidos. Sigue siendo constante en sus aportaciones y su evolución es lenta, pero lineal. Ha hecho pequeños incrementos en la cantidad de sus aportaciones, pero bastante asumibles. Empezó con 50€ en 2011, y en 2012 subió su aportación a 100€.

En 2013, subió a 105€, y en 2014 a 120€. En 2016, a 135€. Y ya en 2020 a 150€, que es lo que aporta en la actualidad.

En Junio de este año, así, casi sin darse cuenta, <<Miss Y>> ha acumulado 12.545€, que en esa misma fecha valen 12839,21, tan sólo 294,21€ más de lo que ella ha puesto.

– “¿Tan sólo?”

   Puede parecer un resultado mediocre, pero a mi, no me lo parece. Resulta que <<Miss Y>>, únicamente con transferencias periódicas ni siquiera tiene un balance negativo (no hablo de perder dinero, porque para eso, <<Miss Y>> tendría que apearse de su vehículo inversor, y creo que no está muy dispuesta a ello). Esa ha sido toda la gestión necesaria para no quedar fuera de la partida.

En la imagen, la flecha roja indica el momento en que aparece la primera aportación que vale menos de lo que se pagó por ella, así que no parece casualidad que las aportaciones que más se han mantenido en el tiempo sean las que mejor resisten los embates de una crisis. Su fondo de inversión, que en 2018 llegaba a acumular un 24% de rentabilidad media, tiene que conformarse ahora con una rentabilidad media del 2,34%

Pero para <<Miss Y>>, salvo el día a día, en lo que a inversión se refiere, todo sigue igual: “Es un dinero que de otra manera no hubiese llegado a tener. Invertir es más fácil que ahorrar”.


   Desde aquí, una vez más, mi agradecimiento a “Miss Y” (nombre ficticio) por facilitarme su extracto y permitirme publicar sus pasos por aquí.